El agua de calidad es un recurso cada vez más escaso y acceder a ella constituye un factor esencial para desarrollo socioeconómico de la población. En muchos territorios la combinación de diversos factores como una creciente densidad de población, una pluviometría escasa y con una distribución irregular (espacial y temporalmente) y unos recursos superficiales limitados están causando la pérdida de calidad y el agotamiento de las fuentes de agua, tanto superficiales como subterráneas. Al mismo tiempo las consecuencias del cambio climático sobre los recursos hídricos arrojan aún mayor incertidumbre a la situación. En la actualidad, la gestión del agua constituye un reto que debe abordarse sin demora desde una perspectiva multidisciplinar, contemplando aspectos tanto de carácter cualitativo como cuantitativo. Es importante poder adoptar estrategias eficaces para optimizar la gestión global de los recursos hídricos en cualquier área geográfica y que permitan paliar los desequilibrios existentes teniendo en cuenta tanto las fuentes de agua convencionales (ríos, acuíferos, lagos) como las fuentes de agua no convencionales (reutilización, desalación).